A lo largo de la historia, la información y los valores sufrieron un proceso de crisis y cambio radical. Pasamos de simples intercambios o trueques, al intercambio mediante un intermediario simbólico del valor real, llámese pagaré, cheque o papel moneda, respaldado con oro o con petróleo. Todos estos, intermediarios del valor real, como el oro, el petróleo o la mercancía, revolucionaron el comercio y se movió la escala de negociación a un nivel global.
Con esta revolución se modificó también la importancia de la información. Sin información adecuada uno no podía negociar en forma conveniente en medio del caos en que se convirtió el mundo del comercio a escala global, la información cobró un valor casi supremo y se transformó en mercancía y moneda de intercambio. La información siempre representa un valor, real o falso, a determinar en el uso de esa información, pero sin ella se queda uno realmente fuera de competencia.
Esta revolución del mercado generó una expansión y multiplicación del comercio a tan gran escala que no tardaron en aparecer las empresas y los monopolios. Nacieron muchos nuevos negocios cada vez más intangibles y en esa “mar de las finanzas” aparecieron nuevos piratas y corsarios. Tantas transacciones, tantos valores y tanta información real y ficticia, ya no caben en la ventana de lo real. La revolución desencadenará un nuevo orden y nuevas herramientas para sostenerlo.
El advenimiento de la Pantalla Digital y la virtualidad, no fue en un instante, pero para poder guardar tanta información y tantos procesos de intercambio se crearon los ordenadores y poco a poco los bancos de memoria, la internet y el mundo virtual, hasta llegar a la ventana digital en un periodo relativamente corto. Hoy el comercio virtual “es” a escala planetaria y nuestra experiencia comienza a ser bidimensional, todo está en una pantalla plana.
Hoy percibimos la realidad a través de una “ventana digital”, y la ventana real, nuestro entorno, ha perdido entre el 30 o el 70 % de atención, según los casos y la dependencia o adicción del usuario. Este porcentaje lo ha captado la ventana digital, ya sea su teléfono Celular, Tablet, PC, Notebook, Smart TV, etc.
A través de esta ventana comenzamos a gestionar toda nuestra vida, relaciones, vivienda, salud, alimentación y vestimenta. La herramienta para esto, es el comercio virtual. Las tiendas On-Line hoy en día, son las de mayor crecimiento en el mundo y comienza la disputa por el monopolio global de la información y los bienes de consumo, como está sucediendo con Amazon, Ali Baba y Best Buy, por nombrar los monstruos más grandes del mercado virtual.
En este contexto, muchos todavía no nos damos cuenta de cómo todo esto nos afecta, en todos los niveles de nuestra existencia individual y personal. Pero también en el mundo relacional y cultural.
Muchas personas más sensibles o más conscientes que la media, han empezado a sentirlo y comienzan a buscar un poco más “la ventana real”, aunque cuando nos comunicamos, trabajamos, creamos, consumimos, la usamos indefectiblemente. Se ha empezado a necesitar y desear la ventana real nuevamente. Hoy día estas personas necesitan estar más presentes en el medio ambiente, en el entorno; desean darle más valor a las relaciones afectivas y reales, alejándose de las hipócritas y banales. Han empezado a cuidar más sus valores y su salud, a alimentarse e informarse mejor. Necesitan cuidar la vida y tratar de no ser contaminantes.
Esto lleva a muchos consumidores a volcarse a lo natural, a elegir lo saludable y sustentable a la hora de consumir, ya no como una moda, sino como un modo de vida. Elegir bien a la hora de consumir se hace imprescindible, ver lo que se compra y a quien se lo compra vuelve a tener importancia. El consumidor consciente no quiere comprar hipocresía.
No podemos dejar el consumo a través del comercio virtual, porque posiblemente no sobrevivamos a esta crisis de mercado del tercer milenio. Es necesario ampliar la ventana real, para lograr un mejor intercambio, más humano y más honesto. Esto no quiere decir no tener una tienda On-Line, esto quiere decir: “tengo que estar disponible y la mercancía debe poder apreciarse”. En la atomización de mercados que estamos viviendo, solo tendrán éxito los que fidelicen a sus clientes.
Para esto hay que ser conscientes de qué buscan y desean para poder ofrecérselos, la ventana digital es importante, pero la ventana real lo es mucho más; porque es allí donde el cliente o el consumidor nos define, al tener contacto con lo tangible, y con el proceso de producción y “el tipo de servicio que brindo”, entonces puede ser validado a través de una experiencia de tres dimensiones en contacto con lo real.
La ventana real nos permite el equilibrio consciente entre los bienes de consumo reales, y todo su andamiaje de números y procesos de información para obtenerlo. Si quiero tener éxito con la fidelización de mis clientes, debo ofrecerles un servicio de atención, pago rápido y eficiente en la ventana digital, pero también poder brindarle una experiencia real para satisfacerlo.
Ignacio Conde Nota Publicada en la Revista Convivir en Febrero de 2018
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