Cuanta pasión que despierta el apetito en los argentinos, somos muy sibaritas, claro que los argentinos somos una gran mezcla de genes y continentes que nos hace muy variados y diferentes, pero hay una tendencia en nuestra identidad a rescatar lo más placentero y estético en cada cosa que encaramos. El placer de la degustación, de la contemplación, de la seducción y de la manipulación es muy fuerte en el Ser argentino y definimos la mayor parte de nuestros intereses, tomando decisiones de vida en base a esta tendencia.
Esto se refleja en toda la cultura, un exquisito gusto por lo estético, por lo artístico, por lo poético que nos acompaña desde la cuna y desde el entorno. Desde la variedad y calidad de los paisajes que componen el territorio, también en las ciudades la belleza que refleja una herencia arquitectónica muy barroca y atrevida, hasta su literatura inconclusa y su música mutante, sus personajes, sus ídolos, sus héroes todos componen una identidad muy particular de la que se habla en todo el mundo.
El argentino deja su impronta donde vaya, ya sea el porteño, el cordobés o el tucumano o de cualquier provincia del país, comparte una identidad común que se destaca por su variado interés cultural y por la facilidad para manipular las cosas, convertirlas rápidamente en otras, metamorfoseándolo todo, como dice el poeta. Dándole su argentinidad en esa manipulación de la forma, del color, del sabor, de querer hacerlo todo mejor, diferente, con nuestra propia identidad.
En las comidas es donde más se refleja esto, la cantidad de comidas típicas de las diferentes etnias autóctonas e inmigrantes, dieron un tinte cosmopolita del buen comer que es reconocido y celebrado en el mundo entero. Esta cultura y herencia culinaria es casi la mejor expresión de esa identidad argentina. En el hablar popular las expresiones se nutrieron del arte culinario, tanto como para decir un piropo, como para hablar de deportes -las expresiones abundan en este sentido. El comer, morfar, saborear, tentarse, chupar y paladear, son parte de las expresiones y adjetivaciones populares en exceso, ya sea en la crítica o en el halago. Ejemplos abundan en la mente de todos.
Este “buen comer argentino” hoy cobra un nuevo sentido, “comer saludable”, este nuevo sentido culinario no podía quedarse atrás y llega con todo el glamour y el esteticismo que nos caracteriza y le da una identidad muy argentina a un nuevo fenómeno culinario mundial. Los locales Restó y Deli “Verdes” o “Saludables” aparecen en escena, también los almacenes y tiendas verdes, cada vez con más estética conceptual, arte, diseño y glamour que se concentran en una forma placentera y agradable de involucrarse en una nueva manera de comer, degustar, alimentarse y nutrirse con la idea de que comer sano también puede y debe ser rico.
Alrededor de estos nuevos emprendimientos crece toda una oferta de proveedores que empiezan a darle forma a una corriente de productos sustentables que no quieren quedarse atrás en esta nueva ola de ofrecer Alimentos Saludables con arte y pasión. Los argentinos despertamos así en el medio de una ola que irrumpe con mucha fuerza en el medio de un caos de contaminación e industrialización insalubre. No llegó de la nada, hay toda una historia previa de décadas, pero emergió de golpe en los últimos 5 años, casi sin darnos cuenta hoy son un segmento en expansión constante.
Muchos chef y nutricionistas también se subieron a esta ola y hoy asistimos a cursos, talleres, eventos, degustaciones y sponsors de cientos de nuevos productos. Yogures sin lácteos, pizza sin harinas, asados sin carnes y toda una gama de productos gourmet saludables le están dando una nueva alternativa a nuestra expresión culinaria y creativa de nuestra identidad. La tradición y la innovación se fusionan en esta nueva corriente de comer rico y sano.
Argentina puede marcar un liderazgo en Sur América en este segmento por la misma tradición productiva y culinaria que tiene en su historia, pero también corremos un gran riesgo puertas adentro con el avance indiscriminado de la comida chatarra y las multinacionales que apuestan a ese segmento de consumidores zombies que siguen consumiendo venenos y anti nutrientes que solo enferman y degradan la capacidad neurológica de la población.
Es muy importante que no se pierda la tradición culinaria y la creatividad puesta en esta diversidad de platos y sabores que nos caracteriza como argentinos, pero también se hace urgente que transformemos estos platos con ingredientes saludables que provengan de un origen de calidad certificada y comencemos a ser responsables tanto en lo que consumimos como en lo que producimos. La cocina siempre estuvo relacionada al amor y al cuidado que podemos ofrecer a nuestra familia, nuestra pareja o nuestras amistades, hoy en día ese amor se traduce en prevención y calidad si queremos seguir sintiéndonos cuidados. Sin perder nuestra identidad como argentinos tenemos la responsabilidad de ser cada día un poco más saludables.
Ignacio Conde Nota Publicada en la Revista Convivir en Agosto de 2016
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