“Eres lo que comes” El padre griego de la medicina así lo aseveraba.
La cocina con amor, nuestro alimento y sustento, es la cocina de las madres y abuelas de antaño, hoy la cocina es exprés, sin amor y ya no alimenta, aunque pueda ser un sustento temporal, la mayoría de las veces nos exige más energía que la que nos aporta para metabolizar y digerir eso que consumimos al pasar.
Hoy tenemos una muy extensa y variada cantidad de productos comestibles, pero lejos están en su mayoría de ser alimento y muchas veces nos encontramos con productos comestibles sintéticos con sabor a recuerdo. Si a recuerdos de alimentos pasados. Gusto a parmesano, gusto a jamón o gusto a frambuesa y chocolate, pero de parmesano a chocolate no hay nada que se les parezca en sustancia, solo saborizantes.
Es claro que nuestro poder y energía viene a través de nuestros alimentos. Si no nos debilitamos y perdemos la voluntad. También podemos tener serios trastornos neurológicos por una mala alimentación. Todos nuestros órganos pueden sufrir las deficiencias de una mala alimentación y generalmente los síntomas de estas deficiencias alimenticias, surgirán allí donde esta nuestra debilidad y según nuestro metabolismo.
La depresión, la angustia y la pérdida de memoria o la dificultad en la concentración, así también como el pensamiento crítico y la objetividad con que analizamos la realidad, pueden verse muy deteriorados por una deficiencia en la alimentación. Está más allá de que comamos poco o mucho. Tiene más que ver con la calidad del alimento que con la cantidad.
Hoy en día la comida industrial, lejos del amor de nuestras madres y abuelas y muy lejos del poder que otorgaba la caza o la recolección de alimentos silvestres y naturales, sufre un proceso extremo muy complejo que debilita y desnaturaliza nuestro alimento, de tal modo que puede llegar a nosotros con la mayoría de los nutrientes muertos u oxidados. Este deterioro en los alimentos no solo se da por el largo estacionamiento desde su producción hasta nuestra mesa, sino que la manipulación de los mismos ha llegado a extremos casi insospechados por la mayoría de los comensales.
La mayor parte de los granos cultivados, en forma industrial, no solo contienen en si una carga tóxica por la cantidad de pesticidas, herbicidas, fungicidas y fertilizantes sintéticos, sino que ya contiene muy pocos nutrientes por la pérdida de vida de los suelos donde se los cultiva. Además, después son gaseados en cámaras frigoríficas, irradiados en contenedores y estivados en lugares muy pocos saludables, nos encontramos con un proceso industrial muy complejo que pone en jaque todo lo que sabemos sobre alimentación y nutrición.
Tomemos como ejemplo el arroz por elegir un alimento al azar, el grano de arroz ya está intoxicado o envenenado a no ser que sea de cultivos orgánicos. La mayor parte de estos venenos tóxicos se encuentran en la cascara, aunque estos químicos atraviesan la barrera natural de la misma, al desprenderla del grano integral, no solo nos deshacemos de la mayor parte de la carga tóxica, sino también de la mayor parte de los nutrientes que se encuentran en ella.
Estos granos se pulen, para que el arroz quede blanco, pero ese blanco es casi en su mayor parte almidón que no cumple con los requisitos alimentarios, por lo que después se los fortifica con vitaminas o hierro u otros nutrientes necesarios para la salud nutricional de quien lo consume. Este viaje, del arroz integral, al arroz blanco, para después llegar al arroz autointegrado o fortificado, es un proceso industrial, muy complejo y refinado.
¿Cuál es el resultado a mediano y largo plazo en este experimento de envenenar el alimento primero, matarlo después quitándole todo lo que tiene de nutritivo y después tratar de resucitarlo inyectándole en forma sintética todo aquello que previamente contenía en forma natural?
El resultado es que ya no comemos alimentos vivos, ni nutritivos. Nuestro organismo casi no asimila los nutrientes sintéticos y si nuestro intestino está dañado por la cantidad de químicos que ingerimos diariamente por nuestra alimentación industrial, esta asimilación de nutrientes se ve severamente dañada y ya sabemos cuáles son las consecuencias de las deficiencias de nutrientes en nuestro organismo.
Si a todo esto le agregamos la manipulación genética que están sufriendo hoy los alimentos, tenemos un panorama de alta complejidad que nos va a llevar mucho tiempo y estudio comprender y desentrañar. Pero estos alimentos diseñados al mejor estilo del Dr. Frankenstein nos están convirtiendo en algo que todavía no podemos imaginar. Pero nuestros alimentos se parecen más a alimentos zombis que a alimentos vivos.
El amor obra milagros y nada más nutritivo, energizante y vigorizante que una comida preparada con amor. ¿Pero hoy en día esto es posible? ¿Podrá el milagro del amor darle vida a la comida si esta está preparada con elementos sintéticos o desnaturalizados? Deberíamos prepararnos para empezar a buscar alimentos saludables, ya que de todos modos nos convertiremos en aquello que comemos.
Todos sabemos que una vez que una verdad se impone, es muy difícil que esta no se expanda rápidamente y hoy estas verdades que están saliendo a la luz están imponiendo un nuevo concepto y una nueva demanda generalizada de productos saludables. Esto lleva consigo un cambio en los métodos y prácticas de producción de alimentos que está poniendo en jaque a la industria convencional.
Los cambios que vemos llegar en el horizonte están trayendo nuevas esperanzas que generaran un cambio cultural que puede llegar a todos los aspectos de la organización social, ya que cuando nos alimentamos saludablemente, comenzamos a tener nuevos y mejores intereses en cada aspecto de la vida diaria.
Así como necesitamos estar alimentados saludablemente para alejar de nuestro organismo males que se han vuelto crónicos, como la falta de lucidez y concentración, el desgano, la depresión, las alergias y muchísimos trastornos que sufrimos por la comida chatarra, también necesitamos cuidar nuestra piel con productos saludables, para no necesitar cientos de químicos para disfrazar su aspecto.
Esto luego se aplica al cuidado del hogar, de nuestras mascotas, de nuestros jardines y entonces todo se transforma para devolver el amor que una vez recibimos.
Ignacio Conde
Nota Publicada en la Revista Convivir en Julio de 2016
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