Teniendo en la familia varios integrantes con celiaquía y otros con intolerancia al gluten, en mi experiencia personal, si bien no sufro las consecuencias físicas extremas de los celiacos teniendo un grado de intolerancia llevadero, me fui formando en este tema desde la necesidad familiar, primero como consumidor y luego como como empresario desarrollador de productos libres de gluten.
Hace unos 10 años fui a una farmacia en la ciudad de Córdoba, solicitando una crema libre de gluten o certificada sin TACC (un sin sentido muy argentino, ya que en mi casa consumimos productos del trigo sin TACC, Avena sin TACC, cuando sin TACC significa sin Trigo, Avena, Cebada y sin Centeno) El farmacéutico me miro extrañado y me increpo, “Para que la queres si no se come”.
En esta última década los cambios fueron rotundos, tanto en la información y comunicación de los comercios y productores como también en la atención médica. Parece mentira, pero en mi experiencia hable y me entreviste con muchos médicos que les parecía correcto el hecho de que una persona con intolerancia al gluten podría desarrollar una alergia al mismo y entonces sufrirlo a través de la piel o el contacto físico, pero que no se lo habían planteado hasta ese momento.
Todos los que padecemos de esta intolerancia sabemos que no basta con que el producto a consumir esté libre de gluten en sí mismo, también es importante que el gluten no haya estado en el lugar de elaboración, producción y almacenamiento. Si el envase no es apropiado puede sufrir la contaminación en un deposito o en el flete o en la góndola al estar en contacto con otros productos que si lo contienen.
Algunas variedades de semillas de avena no tienen gluten, pero se la procesa en los mismos molinos que el trigo y entonces se la contamina, pero lo mismo pasa si yo estibo bolsas de arroz junto a bolsas de harina de trigo. Toda la trazabilidad del producto es importante para cuidar este tema. Y esto debería ser así para todos los alimentos y productos de consumo personal. Ya que los riesgos para la salud son muy altos.
Una persona que padece celiaquía es aquella que no tolera el gluten, pero no solo evitando estas proteínas estará a salvo. Los celiacos sufren muchos trastornos de la salud debido a esta enfermedad, donde la intolerancia es un síntoma y no una causa. La celiaquía genera un daño intestinal que muchas veces es similar a la enfermedad de Krohn, y suele emparentarse con el colon irritable y muchos otros trastornos intestinales severos y enfermedades autoinmunes. Los niños con Autismo suelen sufrir un daño intestinal similar y de allí sus intolerancias al gluten, caseína y demás.
Cuando hablamos de un intestino dañado, hablamos de trastornos para metabolizar los alimentos. En el intestino se desarrolla y produce el 70% del sistema inmunológico y la mayor parte de los nutrientes y neurotransmisores necesarios para el desarrollo y el buen comportamiento del sistema neurológico. Al estar dañado las consecuencias son muchas y muy variadas y las intolerancias se agravan y pueden trasladarse a muchos otros alimentos, como la caseína, los azucares y sobre todo a las sustancias químicas sintéticas, como colorantes, conservantes, estabilizantes, aromatizantes y saborizantes, todos productos químicos con los que un intestino sano puede lidiar, pero uno dañado no y produce más irritación intestinal y más daño e intolerancia que suelen derivar en crisis que requieren de intervenciones médicas de urgencia y malestares crónicos.
Por lo que el tratamiento que se le da en la industria alimenticia y cosmética a los alimentos requieren de una profunda revisión en sus métodos de producción y en qué tipos de aditivos son permitidos en la elaboración de los mismos. Ya que si miramos las estadísticas todos estos trastornos intestinales vienen en aumento continuo desde hace muchas décadas y estos trastornos intestinales traen como consecuencias daños a muchos otros órganos del cuerpo por la mala metabolización de los alimentos, las acidosis crónicas y las bacterias maléficas, hongos y parásitos que se disparan en población ascendente en un intestino dañado.
Estos trastornos a la salud humana vienen en un continuo crecimiento desde la era industrial y más aún desde la industrialización de los alimentos de consumo diario. No me refiero aquí solo a la celiaquía, lo mismo pasa con el Parkinson, Alzheimer, Diabetes, Cáncer, intolerancias y alergias que no paran de crecer en las estadísticas de todo el mundo, menos en aquellos lugares que están al margen de la civilización y todavía se alimentan en forma natural.
La responsabilidad es de todos, pero aquellos que tenemos la necesidad, tenemos mucho mayor poder de exigencias, que aquellos que están por un fin de lucro solamente. Las personas con Celiaquía dieron una gran batalla y llevaron al congreso la Ley, pero nos corresponde a todos luchar por nuestros derechos y exigir mejores regulaciones que contemplen la salud humana en la producción industrial.
Ignacio Conde Nota Publicada en la Revista Convivir en Mayo de 2017
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