La alimentación y la nutrición cobran cada día más importancia y relevancia en casi todas las áreas de la salud. Muchos profesionales de la nutrición están empezando a dejar de desnutrir a la gente en pos y afán de una silueta perfecta y están dejando de recomendar productos diet, o con químicos sintéticos, para volverse un poco más a lo natural y saludable.
Con excepción de algunos profesionales de la nutrición, que de seguro son conscientes y responsables, y vienen trabajando estos aspectos desde hace tiempo y a pesar de un sistema de salud que los ignora, muchos están empezando a darse cuenta de lo importante que es la nutrición en la salud. Algo que hasta la medicina profesional pasa por alto hipócritamente. Los médicos quienes justamente hacen el “Juramento Hipocrático”, por Hipócrates, a quien se le atribuye la frase “Somos lo que comemos”, después sostienen que la nutrición no es parte de una terapéutica médica o no está reconocida como tal.
Los que sufrimos y padecemos las consecuencias que de esto se desprenden, estamos a la expectativa de que de una vez por todas se produzcan estos cambios y se le dé la importancia que corresponde a la alimentación y nutrición en general, pero al servicio del paciente y de la comunidad y no al servicio de las grandes corporaciones multinacionales que venden alimentos industriales repletos de tóxicos y químicos contaminantes.
En la revolución industrial se buscó cuantificar los alimentos, en desmedro de su calidad natural. Comenzaron a usarse miles de químicos, fertilizantes, agrotóxicos, como pesticidas, herbicidas etc. La mayor parte de estos químicos tóxicos terminan en los alimentos que ingerimos. Además los alimentos genéticamente modificados, que fueron introducidos en el mercado en forma ilegal y solapada sin que hubiera verdaderos estudios realizados por los estados o gobiernos o universidades, para ver sus efectos a mediano y largo plazo en la salud o su impacto ambiental.
Hoy tenemos un índice alarmante y escalofriante de enfermedades y patologías que ascienden en las estadísticas de todo el mundo en forma exponencial. Como los problemas gastrointestinales. La diabetes, el autismo, la celiaquía, el Parkinson, el colon irritable, asma, cáncer y un sinfín de patologías neurológicas. Todavía nos cuesta relacionar las enfermedades con la alimentación y no es casual, fuimos educados desde la salud para verlo así, e incluso con la creencia de que comer sano es comer lo que abunda en las estanterías de almacenes y góndolas de supermercado.
Llevamos en nuestras creencias muchos mitos sobre la alimentación sana y además incorporamos nuevos mitos, como que el gluten le hace mal sólo a los celiacos. No es así, el gluten (proteína) es muy difícil de digerir para cualquier ser humano, porque nuestro organismo no está preparado para consumir las gramíneas, sino que estos son los más rentables para esta cultura global capitalista. Lo mismo pasa con la proteína de la leche la caseína. Estas dos proteínas, la caseína y el gluten se transforman en ambos casos, por ser péptidos bio activos que podrían atravesar la membrana intestinal sin estar debidamente metabolizados,
en tóxicos que contaminan nuestra sangre y nuestro sistema neurológico como derivados de la morfina (péptidos opioides). Además de ser altamente adictivos, son muy peligrosos para aquellas personas con un intestino sensible o dañado o con alguna alteración en la capacidad para metabolizar los alimentos. Es decir en las mayorías de las personas de la sociedad moderna.
Teniendo en cuenta que la carga química que contienen la mayor parte de los alimentos industriales, como conservantes, saborizantes, colorantes, etc. Más los agrotoxicos y las consecuencias que pueden estar generando los transgénicos, dañan e irritan en mayor o en menor medida el intestino. Y siendo que el sistema inmunitario intestinal constituye la parte más extensa y compleja del sistema inmunitario y que en él se elaboran la mayoría de los neurotransmisores y nutrientes necesarios para el desarrollo neurológico y el desarrollo y actividad de todos nuestros órganos. Es hora de avanzar hacia una dieta saludable y natural. Hacia una nutrición consciente. Volver a los orígenes para evolucionar. Es muy importante hacernos eco de esta problemática como consumidores y pacientes. Es necesario generar la demanda para que los profesionales hagan el cambio y también lo haga la industria y los productores de alimentos.
Ignacio Conde
Nota Publicada en la Revista Convivir en Abril de 2014
0 comentarios