En 1944, Donald Watson, Elsie Shrigley y otros cuatro amigos vegetarianos quisieron dar un paso más en sus dietas alimenticias y fundaron la primera Asociación Vegana.
Antes de Donald Watson que falleció a los 95 años en el 2005, lo más común era que los vegetarianos incluyeran en su dieta productos lácteos (leche, la manteca y queso) y otros alimentos de origen animal como los huevos o incluso el pescado. Sin embargo, Watson y sus compañeros postularon que estos alimentos no eran propios de alguien que quisiera llamarse a sí mismo “vegetariano” y para eso acuñaron un término diferente. Nacía así el concepto de “vegano” entendido como “vegetariano estricto” que solo y exclusivamente se alimenta con productos de origen vegetal.
La raíz de este suceso está anclada en la perspectiva que Watson y sus amigos vegetarianos tenían sobre el sistema de producción de alimentos de origen animal, Lácteos, carnes y Huevos. El Veganismo nace como oposición a este sistema cruel y desnaturalizante del sistema industrial de producción de alimentos de origen animal. También en oposición a los laboratorios que experimentan con animales y a toda forma de abuso y explotación de los mismos.
Por respeto a la vida de los animales, para evitar dañar el medioambiente, por una cuestión de moda o gusto alimentario, cada vez más personas se suman a la ola del Veganismo y en Argentina su crecimiento en los últimos años es exponencial, como está sucediendo en muchas partes del mundo. Este crecimiento si es mal entendido, lejos de luchar contra el sistema industrial de alimentos que está depredando el planeta, lo incentiva y trae muchas otras complicaciones.
Propongo analizarlo con criterios que nos permitan revisar nuestras creencias y poder contrastar lo que creemos con la realidad. A la vez analizar el sistema de consumo actual, porque más allá de los sellitos y certificaciones del producto terminado, lo cierto es que el tema de fondo, la raíz del mal, es el consumo indiscriminado de los métodos de producción industrial.
Hoy en día debería reverse con mucho más detenimiento el sistema de cultivos a gran escala. La producción de alimentos de origen vegetal, ya que se está constituyendo como el sistema más destructivo y contaminante que haya existido antes en cualquier cultura, poniendo en riesgo el medioambiente y todas las especies, contaminando los suelos, el aire y el agua, poniendo en riesgo a millones de abejas y la biodiversidad de todo el planeta. Desertificando las tierras fértiles por los fertilizantes de combustible fósil, el glifosato y la variedad indiscriminada de plaguicidas.
Lo sabemos, el ser humano es omnívoro. Durante millones de años nuestra particular evolución ha sido posible gracias a la ingesta de todo tipo de nutrientes de origen muy diversos entre los que cabe destacar, con una importancia capital, las proteínas obtenidas de la carne, los lácteos, huevos y pescado. Cuando el cuerpo no consume una porción de nutrición animal con regularidad, comienza a devorarse a sí mismo por la falta de los mismos. Nosotros, como animales, tenemos el problema de ser heterótrofos, es decir, que a diferencia de las plantas solo podemos alimentarnos de algo que antes ha estado vivo. Así que, a diferencia de una planta, nosotros no podemos alimentarnos de aire y de tierra. Nos tienen que dar el carbono, nitrógeno y azufre que necesitamos ya incorporado a la materia orgánica de modo que nuestro organismo pueda metabolizarlo.
Para producir los alimentos que se consideran libres de crueldad, la agricultura moderna industrializada obliga a la tierra a tener cultivos extraños y poco naturales, le roba al planeta sus recursos, destruye eco-sistemas completos, acaba con especies enteras de plantas y animales, y crea un caos de muerte y destrucción a medida que se necesita más y más tierra salvaje para reemplazar a las tierras de cultivo devastadas. Lo que termina haciendo dudosa esta ecuación de que comer vegetales no daña al ecosistema y protege a los animales. ¿Cuánta biodiversidad se pierde con cada fumigación o tala indiscriminada?
Por mi parte estoy en contra de la crueldad animal, en contra del testeo en animales, la experimentación o el abuso y explotacion, pero desde el sentido común, ¿cuál es el límite? Somos parte de la naturaleza, aunque estemos enajenados y contra ella. Estamos en la cúspide de la cadena alimenticia porque somos omnívoros y lo que debemos hacer es luchar contra los métodos de este sistema industrial de alimentación y contra los métodos crueles e inescrupulosos de la industria, pero no volvernos en contra de nosotros mismos. Detener la explotación animal no se logra dejando de consumir solo carnes si al hacerlo desbastamos el hábitat de todas las especies. Más que una dieta es necesario revisar nuestras creencias, nuestra zona de confort y el sistema de producción.
Celebro la iniciativa vegana contra la crueldad animal y que lo hayan puesto en el tapete de la discusión mediática en el mundo entero y creo que debemos acompañar esa lucha y darle una protección legal a todas las especies para que no haya abuso y explotación de ninguna especie tomando en cuenta a la más depredadora de todas también, la humana.
A la vez defiendo una visión ecologista y del cuidado del medio ambiente integral y verdadera, ya que si toda la humanidad tuviese una dieta vegana se necesitarían dos planetas y medio de cultivos a gran escala y con un tiempo de explotación de tierras muy corto ya que la pronta desertificación es más que segura.
El planeta y toda su biodiversidad, necesita una toma de conciencia y no subirse a nuevas modas. Necesitamos soluciones de fondo además de mejorar el consumo. El consumo saludable mejora un poco nuestra salud y la del planeta, ¿Pero es posible un consumo verdaderamente saludable? No si no se cambian los métodos de producción y explotación de recursos que es lo que está matando al planeta. Todo movimiento de reflexión y conciencia es saludable si no lo tomamos como una moda y lo hacemos verdaderamente a conciencia.
Otro punto crítico es que nadie puede ser vegano sin ser orgánico, Tengamos en cuenta que si toda la verdura que consumimos esta envenenada*, el maíz transgénico tiene genes de escorpión y el trigo genes de una mosca, el tomate genes de un molusco de las profundidades para que soporte las heladas, estamos hablando de una dieta paradojal y muy peligrosa.
Cuando un vegano ha tomado todas estas cuestiones en consideración y sigue siendo vegano, tiene todo mi respeto y mi amistad, si solo está subiéndose a una moda, le diría que se tome un tiempo de reflexión, no hay nada de malo en ser vegano, después de todo es una elección de vida, pero siempre que tengas el control de lo que haces y como lo haces.
Ignacio Conde Nota Publicada en la Revista Convivir en Julio de 2017
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