por Sol | Dic 16, 2020 | Ecología, Interés General, Notas
La Naturaleza es una red
La Naturaleza es para nosotros una red de interconexión de energía que se extiende a lo largo, alto y ancho del Planeta Tierra y su Biosfera, interconectando en todos los niveles y densidades la existencia viva de un organismo planetario. Hablamos de La Naturaleza Del Planeta Tierra, la que nos contiene y nos protege de la Naturaleza foránea del Universo. Todo en este Planeta es un entramado, en un tejido indivisible, tanto en el aspecto visible, como invisible de su propia existencia y lo que afecta a una de las partes nos afecta a todas las partes como en un universo holográfico.
En esta red energética, de conexiones infinitas, viva y mutante, en búsqueda del permanente equilibrio entre el orden planetario y el caos cósmico, la información, corre a la velocidad de la luz por las venas y conexiones nerviosas de toda la existencia planetaria, la energía va y viene a borbotones, hasta alcanzar las más altas cimas y los más profundos abismos de un mundo visible, pero también la hiper-velocidad cuántica en el algoritmo divino del universo se manifiesta y penetra en forma invisible al organismo llamado Planeta Tierra. La energía del Cosmos nos atraviesa como Luz y sombras.
Estos dos polos de la energía que se manifiestan en todo lo conocido, como positivo y negativo, caos y orden, Ying y Yang – pero también como singular y plural, la nada y el todo, el uno y los muchos- mantienen la tensión de la vibración oscilante de la existencia. Estamos compuestos con lo que se expande y con lo que se contrae. Todo se equilibra y se compensa, femenino y masculino copulan y gestan la impermanencia en la eternidad. Seres de carbono que bajo la presión de las experiencias logran una conciencia de diamante que busca expandirse a las estrellas.
Muerte y nacimiento se entremezclan y complementan todo el tiempo, en nuestras células y en nuestra memoria. Creación y recreación constante multidireccional y multidimensional que todo lo penetra y lo fecunda. Dando forma al Ouróboros invisible de la existencia. Solo la Conciencia logra el orden en el caos. Sin la expansión de la conciencia el ser se auto fagocita. El eterno retorno del espíritu a la materia. De los hijos volviendo al vientre de la tierra.
Vivimos en una simbiosis permanente con nuestro alimento, con nuestra respiración y con nuestra percepción del entorno, donde muchas veces se pierde el límite entre, mi ser y mi medioambiente. Soy parte de mi entorno y todo se retroalimenta para transformarse en autosacrificio en el milagro del renacimiento. Todos formamos parte del lodo donde florece el loto. “Lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que yace
sepultado”. Entre el caos y el orden resplandece una armonía eterna que es la luz de la conciencia.
Pero el hombre se ha enajenado de su origen, se ha desconectado de su conciencia existencial y se ha vuelto contra sí mismo, contra su propia naturaleza y su medioambiente, talando el árbol florido, pisando el loto, dejando desertificación y muerte a su paso, ha roto El Pacto con la existencia creando caos, persecución y muerte.
Hoy para poder salir del caos y volver a un orden primordial en armonía con la vida y el equilibrio natural, hay que volver a tejer la trama, volver a conectar los lazos y las uniones rotas de una Red de Energía que se extiende en nuestro entorno, nos atraviesa y nos conecta pero que por la despiadada avaricia del hombre ha sido dañada. La energía femenina debe volver a cerrarse sobre cada herida abierta en esta tierra, protegiendo, sanando y nutriendo el nuevo orden natural de la existencia. El Patriarcado debe ceder y dejar lugar a la energía de la creación y gestación del Nuevo Orden Natural.
“En este mundo, recién abierto, es donde se aventuran con paso vacilante, el hombre y la mujer modernos: no hay aquí huellas que seguir, la huella hay que hacerla; no hay modelos a quien imitar: el modelo nuevo o biotipo debe ser creado; las voces que resuenan en el ambiente son las ya conocidas del pasado, o las voces confusas y angustiosas del presente que parecen nuevas, pero no lo son, mientras la voz orientadora que guía al futuro hay que descubrirla a través del silencio interior”.
-Muñoz Soler-
Gea, La Madre Tierra, ¿volverá a esconder en su útero a sus hijos desprotegidos ante la ira impiadosa del padre Saturno en el eterno mito del retorno? O la humanidad podrá trascender a un nuevo orden de equilibrio y armonía sobre la faz de la tierra con la mirada en alto hacia un Cielo (Urano) limpio de vanidad y soberbia. ¿Seremos los herederos de la tierra o los sobrevivientes de la catástrofe?
Ignacio Conde Nota Publicada en la Revista Convivir en Diciembre de 2020
por Sol | Dic 10, 2020 | Ecología, Interés General, Notas
Un Bálsamo para La Madre Tierra
La Naturaleza en su esplendor suele ser un bálsamo para el corazón. Cuando el corazón se sincroniza con la naturaleza, despierta la conciencia interior. Un río, un lago, el mar, una cascada, nos conectan inmediatamente con la emoción, la empatía. La comunión es directa, profunda y abismal, aunque nuestra mente sienta la necesidad de contarlo como si lo vieran otros, reinterpretándola. Si nos dejamos llevar, nos transporta a una dimensión interior de vínculo con la naturaleza, donde lo que se despierta es la conciencia de la experiencia, es directa, honesta y sincera, aunque dure un instante, es verdadera.
No permitas que se rompa el encanto con la Naturaleza, esa conexión es el cordón umbilical por donde nos llega el alimento cósmico. El encantamiento que produce lo insondable, lo incognoscible a pesar del miedo y la cautela que nuestra mente dispara sobre ello, cargada de prejuicios y creencias, nos revela la mágica belleza de lo perenne. Ese factor inefable de la Naturaleza que nos hace temerle, también nos lleva a querer conquistarla, a querer dominarla o destruirla, como a todo aquello que se teme y no se puede controlar.
Si bien el elemento agua nos conecta con nuestra emoción interior reflejándonosla, el elemento tierra nos manifiesta nuestra mente y sus laberintos, sus cuevas platónicas y sus bosques míticos, donde se esconden las más maravillosas y las más retorcidas de las raíces de nuestras creencias; donde permanecemos hipnóticamente hechizados reinterpretando nuestras experiencias según las teorías de otros y perdiendo la conexión directa con la existencia. Lo insondable de las grandes cuevas o los grandes bosques nos provocan un terror pétreo y abismal, pero también puede ser una reconexión con el abrigo del útero cósmico que nos contiene y nos nutre para despertar en el jardín de las experiencias vivas, saliendo del mundo de las sombras a la luz.
No existe aire más limpio y profundo que el que encontramos al elevarnos por encima de nuestras cabezas, a la inmensidad de las alturas y desde allí contemplar la cúpula del cielo como si pudiéramos atravesarla con la mirada; y trasportar así nuestra conciencia más allá, hacia las estrellas. Pero también el aire viciado y contaminado de los pantanos letales de nuestra civilización – oscura quimera despiadada y antropófaga- ha alimentado el fuego de la destrucción para dominar en el caos, lo que no se controla en el orden infinito y maravilloso de la Naturaleza, y nos dejan sin aliento ante un apocalipsis temprano.
No dejes que te separen de la madre tierra a través del miedo y la manipulación, no creas que la ciencia reemplazó a Dios, no permitas que la arrogancia, la cobardía y la ignorancia decidan por vos. No creas que lo insondable, lo inefable y lo incognoscible no existen, sólo porque el hibrido de la ciencia intenta hacer pasar un camello por el ojo de una aguja. Eres el hijo todo poderoso de la madre tierra, despierta de la ceguera, corre el velo de la manipulación y hazte uno con la conciencia planetaria.
Parados ante el fuego arrasador podemos inmolarnos, o transformarnos en espíritus rebeldes para que nuestras chispas enciendan los corazones e iluminen las mentes de millones de almas atrapadas en la inconsistencia de un sistema autodestructivo que prefiere la muerte de millones de seres antes que renunciar a sus intereses lucrativos.
Es ahora que suenan las trompetas, no podemos negarnos tres veces antes del amanecer de la Nueva Era, somos los que creamos el Nuevo Paradigma, los que imponemos o derogamos Leyes. Somos los que decidimos nuestro Destino y no dejamos en manos de corruptos e ignorantes el Futuro de nuestros Hijos. Somos el Quinto Elemento, la Nueva Consciencia, el Bálsamo de la Naturaleza que erradicará los males de la tierra. Somos los que portamos las semillas de La Luz, El Amor y La Verdad.
Ignacio Conde Nota Publicada en la Revista Convivir en Diciembre de 2020
por Sol | Oct 5, 2020 | Ecología, Interés General, Notas
El aleteo de tu mariposa
Decía un pensador oriental: “Si no estás tomando decisiones, estás perdiendo el tiempo inútilmente.”
La toma de decisiones siempre es vista como un lugar de poder o de mando, pues bien, nosotros ocupamos ese mismo lugar en nosotros mismos – o por lo menos deberíamos. Se cree que saber tomar decisiones a tiempo nos da la posibilidad de acercarnos a nuestra meta o a nuestro destino, es una posibilidad. Podemos tomar la decisión equivocada. Acertada o errada las decisiones tomadas son las que nos configuran o conforman, como “entidad humana” y nos forman el carácter. Sin derecho a equivocarnos, sólo seriamos algoritmos electrónicos atrapados en la Red.
Las decisiones que tomamos como individuos son las que nos hacen responsables de nuestros actos y las que nos dan el conocimiento necesario para corregirlos o profundizar en ellos. Sin decisiones esta experiencia no nos nutre y nuestro mundo se contrae a solo un “estar” o un “pasar”, sin realmente enriquecernos con la experiencia. Quedando atrapados en un “deberíamos”…o… “si hubiéramos…” ya que las decisiones las toman otros por nosotros y la experiencia, entonces, la capitaliza otro. Cuando no tomamos las decisiones nosotros mismos, la vida las toma por nosotros.
El mundo sigue, la historia continua, plagada de decisiones mal tomadas y algunos aciertos. También el sabio decía, que “para Hacer, primero hay que Ser”.
La ciencia sagrada de Los Elementos, dice que el Ser humano es el Quinto Elemento ya que ha logrado el equilibrio entre los 4 Elementos base, Fuego-Agua-Tierra-Aire. El desequilibrio entre los 4 elementos, da como resultado a hombres de Fuego, de Agua, de Tierra, de Aire, que, al no estar en equilibrio, generan caos y destrucción en el mundo. El Ser Humano tiene el poder de reparar, equilibrar y sanar el planeta. Recuperándolo de la ambición y la arrogancia del hombre de Fuego. De la angustia y el miedo del hombre de Agua. De la testarudez y la ceguera del hombre de Piedra. De la sofistiquería intelectual interminable del hombre de Aire que llena el universo de palabras huecas. Porque… alguien tiene que tomar las decisiones.
Las decisiones que tomamos como especie o como nación nos involucran a todos y nos hace responsables de las consecuencias que vivimos. Podríamos pensar que las decisiones las tomaron otros por nosotros y eso nos liberaría de responsabilidad, pero seguramente los que están tomando las decisiones por nosotros, están allí por nuestras decisiones anteriores, tomadas en su mayoría sin advertir sus consecuencias. Tomar buenas decisiones puede ser un poco cuestión de suerte… además de otras cosas.
Se dice que Napoleón buscaba a sus generales, además de por sus capacidades, por su suerte, algo que muchas empresas también estudian en el perfil de sus CEOs. “El Sabio gobierna su Estrella, El Ignorante es gobernado por ella”, sí, el sabio oriental otra vez…que también dijo que “Siempre hay que tomar las decisiones con el corazón, es quien pesa el alma de la razón”. Tomar decisiones por interés, por placer, por amor o por deber, nos pueden envolver en el mayor o el más trágico de los errores, porque nuestra mente esta nublada por ese deber, interés, deseo o pasión. “Cuando tomamos decisiones desde el corazón, no hay ni error ni remordimiento” “O teníamos algo que conquistar de nuestro espíritu o teníamos algo que aprender de nuestras andanzas por la Tierra”, decía otro sabio oriental, … o el mismo…
Lo cierto es que deberíamos estar tomando decisiones desde el corazón. ¿Podremos?
Ignacio Conde Nota Publicada en la Revista Convivir en Octubre de 2020
por Sol | Sep 11, 2020 | Ecología, Interés General, Notas
Soy mi medio ambiente habitándome. Si no lo veo, no soy consciente de esto y no me cuido. Si no sé cuidarme a mí mismo, no sé cómo cuidar el medioambiente de todos. Nuestra conciencia habita nuestro cuerpo como vehículo, es el hogar de nuestra conciencia, su hábitat. Si no entablamos una relación con nuestro hábitat interior, es muy difícil poder reconocer el hábitat que nos rodea, nuestro barrio, pueblo, ciudad, país, planeta en su totalidad donde cohabitamos.
Somos nuestro entorno y la experiencia está vinculada al nivel de conciencia adquirida. La falta de conciencia, hace que nuestra mente ajuste la percepción y los sentidos a las necesidades y deseos más íntimos, llevándonos a vivir una pseudorealidad paralela. Esta especie de virtualidad enajenada de la realidad, se vuelve nuestro lugar de confort, viviendo en una fantasía, sin conexión con lo real en nosotros mismos o con nuestro entorno. Esto sólo puede evitarse con una conciencia holística o ecológica.
También nuestro sistema inmunológico se fortalece por la interacción con el entorno, el feedback y la retroalimentación integral que se produce entre el Ser y el medioambiente, nos prepara para la vida fortaleciendo nuestras defensas. Si nos aislamos del entorno natural por mucho tiempo, al volver, podremos ser atacados por el mismo entorno sin tener las defensas suficientes como para decodificarlo o defendernos del mismo, ya que al aislarnos se debilitaron. Esta defensa inmunológica es parte del equilibrio natural de nuestra existencia, si nos enajenamos del entorno o contaminamos al mismo este equilibrio se rompe y enfermamos.
No solo cuando nos atacan nos debilitamos y enfermamos, también cuando nuestro entorno sufre ataques, contaminación química serial por fumigaciones o explosiones de exploración y explotación de suelos y minas o en un incendio desbastador donde el intercambio biomolecular de la fauna y la flora con el medio ambiente se interrumpe o se transforma drásticamente. Estos dramáticos sucesos traerán un tsunami de consecuencias imprevisibles que pueden generar a corto, mediano y largo plazo cambios desbastadores para el entorno y todas sus partes que conviven.
Somos el entorno, somos nuestro medioambiente, somos parte viva de él. Si no lo comprendemos en esta Era Trans-industrial que estamos transitando, tanto lo humano esencial, como Gaia trascenderán hacia la “Machine Intelligence”. El mundo tecnológico nos habrá absorbido. La pérdida de humanidad nos enajena del medioambiente y nos vela la capacidad de comprenderlo. “El hombre ya no es capaz de dominar al mundo que ha creado: lo supera en poder y tiende a emanciparse”. Martin Buber.
Pero no todo es pesar y crujir de dientes, hoy estamos asistiendo a un fenómeno maravilloso y conmovedor, en medio del caos aparente del mundo y sus sociedades llenas de sufrimiento y desesperación, asistimos al nacimiento de un nuevo estado de conciencia humana. Esta conciencia nueva nos abre perspectivas de profundo significado para el futuro del hombre y su entorno. Esta nueva conciencia en las nuevas generaciones despierta un nuevo Ser, una nueva sensibilidad, que muestra empatía por todos los seres vivos, su entorno y el espacio desconocido que nos rodea más allá del sistema solar.
Detectar el rasgo específico que caracteriza al hombre como ser humano no es una cuestión de interés puramente especulativo sino una necesidad y una urgencia práctica, que hace a la supervivencia del ser y su rol en esta existencia planetaria. De qué le valdría al hombre conquistar la tierra si pierde su condición de ser humano. El transhumanismo no es una moda tecnológica, es desarraigar al hombre de la naturaleza para convertirlo en “Machine”
En la alternativa de dejar de ser hombres para ser trashúmanos (ciborg) o de ingresar al futuro con una nueva conciencia más integradora, no podemos delegar nuestra responsabilidad en nadie. No es cuestión de pensar que los expertos, o los hombres de ciencia, o las Naciones Unidas, o los gobiernos, o los partidos políticos, al final arreglarán las cosas. No, frente a nuestro destino trascendente como seres humanos nuestra responsabilidad es íntima e indelegable.
El futuro se debate entre aislarnos de los otros y el entorno enajenándonos o volver al origen en armonía y equilibrio con el medioambiente y nuestra naturaleza humana. Buscar una Realidad Aumentada puede ser placentero e interesante para explorar nuevos horizontes tecnológicos, pero el Hombre Aumentado puede hacer realidad nuestras peores pesadillas como en “Frankenstein Desencadenado”.
Ignacio conde
Nota original publicada en la revista Convivir, Septiembre 2020: https://www.convivirpress.com/somos-el-medioambiente/
por Sol | Ago 7, 2020 | Interés General, Notas
El futuro impuesto
De pronto nos encontramos con el futuro de frente, nos atropella, nos acorrala, nos reta y desafía sin que podamos comprender cómo sucedió. Lo que esperábamos en un futuro lejano o más cercano, nos fue impuesto. Nos sentimos ajenos en un presente que se instala como si hubiésemos viajado al futuro y nos hubiéramos insertado de pronto en una nueva normalidad.
De golpe y de un día para el otro, el home office, home school, la video conferencia cotidiana, usar máscara, salir con permiso, test, pruebas y controles que se multiplican mientras miramos desconcertados lo que parecía, lejano. Una especulación de futurólogos y conspiranoicos, se nos instaló definitivamente alterando nuestras rutinas y nuestra percepción de la realidad. ¿Qué sucedió? ¿No lo vimos venir? Hubo muchos mensajes de alerta y mensajes reveladores desde los movimientos ecológicos, científicos y múltiples ONG, pero no hicimos caso. ¿Vivimos aturdidos?
Entre los miles de ideas confusas y apasionadas, que surgían de un mundo “que se va”, aparecían aquí y allá rasgos de un nuevo futuro; y voces que anuncian el mundo del mañana. Desde las ciencias, las artes, la filosofía y la educación se vislumbraba un futuro que advierte de insospechadas consecuencias para el porvenir de la humanidad, nada esperanzadoras o “reveladoras” de un mundo mejor. Estos mensajes fueron tomados masivamente a partir de la década de los 60´s, pero ya en el periodo “entre guerras” anterior, la literatura nos había sorprendido con visiones futuristas de un Totalitarismo Tecnológico.
Muchos de estos mensajes aparecen hoy como nuevos, bajo el ropaje de descubrimientos científicos o ideologías sociales a través de los medios masivos de comunicación. Estas ideas carentes de la centralidad del Ser Humano y, sin los medios adecuados para el desarrollo de la consciencia o el bien estar del mismo, no pueden ser aceptadas por la nueva humanidad, la nueva sensibilidad no puede tolerarlos. Lo mismo ocurre con muchos mensajes de la literatura, el arte, la ciencia ficción, el esoterismo y la futurología, sobre todo cuando son transmitidos por estos medios a través de repetición o imitación, para ser impuestos. Actúan como destructores del ser consciente y de su transformación.
Lo que conmueve la sensibilidad del hombre de hoy, no es el futuro del Alma, como en los antiguos, ni el futuro de la Historia, como los modernos, sino el futuro de la propia existencia y de la propia vida. El miedo atómico, el miedo ecológico y el miedo a la de deshumanización que nos amenazan hoy en día, no es algo que el hombre podría enfrentar en solitario, sino con la fuerza conjunta de toda la humanidad.
No hay ninguna fuerza social, ninguna fuerza de la historia ni política, que sea hoy capaz de vencer a estos demonios de la desesperanza, ni de desmantelar el aparato de poder destructor corporativo que tiene en jaque al planeta y su supervivencia. Pero hay una fuerza intrínseca a la especie Humana, una fuerza que domestica el presente que hereda del futuro, que puede quebrar la barrera de esclavitud del viejo sistema y abrir la puerta de acceso al camino de liberación del hombre. Esta fuerza nueva tiene naturaleza de mensaje encriptado en el colectivo humano y se expande masivamente en las nuevas generaciones.
Lo que necesitamos, hoy en día, no es un modelo prefabricado del futuro, sea este un modelo ideológico, tecnológico o mediático digital, sino un nuevo modelo centrado en el Ser Humano, un Nuevo Humanismo, un Nuevo Renacimiento del Hombre. Un sujeto capaz de ser intérprete del futuro que ya existe
Ignacio Conde
Nota original publicada en la Revista Convivir en Agosto de 2020: https://www.convivirpress.com/el-futuro-impuesto/